Yo era administradora de la sala de ventas de una empresa de cerámica y pinturas.
En un día de mucho estrés debido a la gran cantidad de clientes que visitaban la tienda, decidí ayudar al equipo de ventas.
Pequeños clientes: en un momento, llegó una familia conformada por papá, mamá y una niña de menos de 10 años. Comencé por atenderlos y les mostré los colores de pinturas que teníamos en la sala, mientras la niña jugaba con su celular en otro lado.
Yo me concentré en mostrarles, sugerirles y recomendarles desde mi punto de vista los colores a los esposos, sin antes haberles preguntado qué era exactamente lo que deseaban o quién iba a ser el usuario del área a pintar.
De pronto, la mamá le preguntó a su hija “¿Qué opinas de los colores que nos mostraron?, la niña respondió: “no mamá, no me gustó nada de lo que nos mostró la señora” posterior a esto la señora me agradeció por la atención y abandonó la tienda.
Debo reconocer que en ese entonces no tenía tanta experiencia y con el entrenamiento para vendedores me di cuenta del gran error que cometí.
Entrenador Gabriel Jaime Soto, Estrategia en Ventas.