Que una importante empresa comprara mis suministros químicos dependía de la decisión de un cliente hostil que, además, tenía una reclamación para mi compañía. Después de escuchar su reclamo y tomar atenta nota de todo lo que dijo, le comenté (con sinceridad y reconociendo que, en realidad, él es una autoridad en la materia): “Lo que usted me dice no sólo es un reclamo para la compañía, es también una muy buena retroalimentación, y sobre todo tratándose de una persona con su experiencia”.
El cliente cambió de tono, me ayudó a solucionar el problema y llegamos a un acuerdo de negociación mucho mejor del que esperaba. De aquí la importancia de saber escuchar y tomar nota.
Entrenador Gabriel Jaime Soto, Estrategia en Ventas.
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