Soy maratonista aficionado y recientemente corrí la Media Maratón Rock and Roll en la ciudad de Medellín. Es una carrera que se realiza a nivel mundial y se caracteriza porque cada dos kilómetros hay un tablado donde se presenta una banda de rock. Unos días antes de la maratón, visité a uno de mis clientes. Debo decir que todos mis clientes son médicos de diferentes instituciones y es muy difícil conseguir una cita con ellos y, no solo eso, luego de que la dan, es igualmente difícil que cuenten con el tiempo suficiente para la demostración de nuevos medicamentos. El día que visité a este médico, vi un aviso publicitario de la maratón sobre su escritorio. Tímidamente le pregunté:
—¿Doctor, usted va a correr en la maratón? —el médico se río y me contestó:
—No. Trotar no es mi afición, pero pertenezco a una banda de música rock y estaré en una de las tarimas con mi grupo.
—Yo sí la voy a correr— le dije con mucho entusiasmo— y ahora más motivado por verlo a usted como roquero. Me parece muy interesante conocer a un médico que complementa su trabajo con la música y más con el rock que es uno de mis géneros preferidos.
Llegó, por fin, el día de la maratón y, en el kilómetro seis, vi a mi cliente y a su banda. Cuando pasé por su lado, lo hice cantando a todo pulmón. El médico me vio desde lo alto, entonó con más fuerza la canción y se despidió de mí con un «ánimo campeón». El sonido amplificado de esa frase nos llenó de motivación a mí y a los otros corredores que estaban a mi lado.
En la siguiente visita que le hice a mi cliente en su consultorio, cuando supo que yo estaba en la antesala, me hizo pasar inmediatamente.
—Hola Juan Pablo. Estoy muy interesado en saber cómo te acabó de ir en la maratón y en conocer más de los nuevos medicamentos que estás promoviendo. — Desde entonces, siempre que paso por su consultorio, me dedica el tiempo suficiente para escuchar lo que tengo que decirle y para poner atención a mis demostraciones.
